Hizo sentar a los leones, deslizó el pasador de la
jaula y entró notando cada latido de su corazón en la sien. Las fieras olfatearon
el aire y se revolvieron nerviosas.
Minutos antes había vuelto a interrogar a Diana sobre
los rumores que circulaban por el circo. Ella, como buena equilibrista, se
había mantenido en su posición.
Decidió terminar el número antes de lo previsto; a las fieras les costaba obedecer. Al salir, con
un pie todavía en la jaula, captó la mirada cómplice entre Diana y el
trapecista. Paralizado por la ira, apenas fue consciente de lo que se le venía
encima.
Nieves mantienes el "equilibrio" hasta el final. Un buen relato con trágico desenlace. Me ha gustado. Y la ilustración excelente. Magnífico tándem.
ResponderEliminarUn beso.
Los celos, a veces, acaban con uno...
EliminarQué tensión más bien llevada, Gloria. Además ambientada en el circo, gana en intenciones. Muy buena esa equilibrista.
ResponderEliminarUn abrazo.
El ambiente del circo de fondo facilita el trabajo a la imaginación. Gracias por la visita.
EliminarUn abrazo