Una
fecha que no quiere olvidar decora su antebrazo, un reptil multicolor trepa
desde el tobillo hasta casi la rodilla y un poema en latín, en negras letras
góticas, se desenrosca desde su hombro hasta el codo. Tiene tres largas rastas
y una agradable sonrisa. Le habla a la niña en un tono dulce y pausado, pero la
abuela no mira sus labios ni escucha sus palabras. Desconcertada, se resiste a
soltar la pequeña mano, aunque la niña forcejea sin entender por qué no la deja
irse ya con su profesora.
(pincha para ampliar)
Ilustración de Pablo Torres Alonso de la Torre
La mirada de la niña, que sí es limpia, sólo ve a su profesora que le sonríe. Qué pena que el tiempo a veces sólo nos cargue de prejuicios y puñetas.
ResponderEliminarUn abrazo, Nieves, de vuelta.
Por fin estoy de vuelta ya del todo, después de un largo verano casi sin conexión. Había leído vuestros comentarios, pero no puede contestar.
EliminarTienes mucha razón, aunque tratemos de evitarlo, es muy difícil no tener prejuicios.
Un abrazo
Me parece formidable este micro, Nieves, en el que esbozas los trazos que conforman el nido de la mayoría de los prejuicios.
ResponderEliminarDentro de un esquema de acción totalmente posible, exploras uno de los temas que, como humanos, más debería de avergonzarnos y lo haces sin espacios de indeterminación, con una elección acertada del plano semántico y un buen efecto de intensidad.
Gran trabajo.
Un saludo,
Gracias por tu análisis, Pedro, eres muy generoso. Yo me esfuerzo en no tenerlos, pero reconozco que no siempre lo consigo. No es fácil librarse de ese recelo, aunque la vida nos demuestre que muchas veces nos equivocamos.
EliminarUn abrazo
La abuelita solo hace lo que le inculcaron desde niña: “Desconfiar de lo que se ve diferente” y muestra con el ejemplo lo que quizás su nievecita repetirá en el futuro.
ResponderEliminarLos prejuicios, son usos y costumbres que vienen desde incontables años atrás, y no conoce distingos de clases sociales, razas, religiones, etc. Y si bien es cierto existe mayor número de gente que sigue distintos y novedosos estilos, se ve también mayor intolerancia (incluida la agresión física) contra individuos de distinta opción, forma, estilo o preferencia. Se necesitaría campañas a todo nivel y en todo lugar (empezando por casa) para quebrar esa vieja y venenosa practica de censurar o tachar al prójimo, solo porque nos preocupa más el como se ve por fuera, que el como se es por dentro.
Tu micro, devela con toda naturalidad y sencillez, uno de los cánceres más grandes de la moral humana. El prejuicio.
¡Saludos!
Creo que desgraciadamente tienes razón y la niña acabará aprendiendo ese comportamiento de los mayores. Espero que podamos transmitir a las próximas generaciones un poco más de tolerancia hacia lo diferente.
EliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo
Es el miedo a lo desconocido, sin duda. Para los que tenemos cierta edad es habitual. A mí me curó mi hija. La niña del relato ve con otros ojos, sin duda. Buen trabajo.
ResponderEliminarSólo los niños no tienen prejuicios porque no ven las diferencias. Quizás los que hoy son niños, acostumbrados a tener compañeros de muchas razas y culturas, puedan superar ese miedo a lo desconocido que a los adultos nos cuesta tanto controlar.
EliminarGracias por tu visita.
Un abrazo
ME GUSTARIA SABER EL BLOG DE DEBAJO DE MI SOMBRERO
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