martes, 29 de mayo de 2012

Pasen y vean


Hizo sentar a los leones, deslizó el pasador de la jaula y entró notando cada latido de su corazón en la sien. Las fieras olfatearon el aire y se revolvieron nerviosas.

Minutos antes había vuelto a interrogar a Diana sobre los rumores que circulaban por el circo. Ella, como buena equilibrista, se había mantenido en su posición. 

Decidió terminar el número antes de lo previsto; a las fieras les costaba obedecer. Al salir, con un pie todavía en la jaula, captó la mirada cómplice entre Diana y el trapecista. Paralizado por la ira, apenas fue consciente de lo que se le venía encima.



(pincha para ampliar)
ilustración Marga Alonso de la Torre/ Nieves Torres

martes, 22 de mayo de 2012

Dos relatos de un tiro


Dos microrrelatos del año pasado para el concurso Relatos en Cadena de Hoy por Hoy en la Cadena SER. La frase de inicio (en negrita) es obligatoria y no pueden sobrepasar las 100 palabras.

Riesgo controlado

Todo el mundo sabía que era una mujer bala: veloz, certera y al mismo tiempo  incapaz de controlar su trayectoria. Había atravesado algunos corazones, dejándolos malheridos, por eso hacía tiempo que nadie se cruzaba en su camino. Cuando yo la conocí ya había perdido velocidad; su propia inercia y la resistencia del medio se habían encargado de aminorarla. La vi venir. Cuando la tuve cerca, corregí levemente la posición y le expuse mi corazón. No hubo orificio de salida.


(pincha para ampliar)
ilustración Marga Alonso de la Torre/ Nieves Torres

 Falsa apariencia

La bala, en la sien, hizo pensar al detective en un suicidio convencional. Su penosa  actuación en los últimos torneos, sumada al turbio final de su relación con una nórdica de apellido imposible, presagiaba un triste final para una carrera en impecable ascenso hasta entonces. El detective, dando por zanjado el asunto, imitó el último gesto en vida de la víctima, apuntando con el índice derecho a su propia sien, mientras murmuraba con desgana algo sobre una retirada a tiempo. Desde el portarretratos, el tenista parecía implorarle mientras golpeaba la bola con la raqueta en su mano izquierda.

lunes, 14 de mayo de 2012

Vivir otras vidas


Vacía y llena a la vez, así me siento ahora, cuando esta historia llega al punto final. Durante estas dos semanas he padecido y he disfrutado a tu lado, he conocido hasta tus más íntimos pensamientos, angustiándome  al sentir tu desconsuelo, sintiéndome tan cerca de ti y sin poder ofrecerte una palabra de aliento. Si hubieras sido mía, tu vida habría sido diferente, no te habría dejado sufrir tanto. Ahora que todo acabó, he de confesar que he llorado; no sé si de emoción o de alivio, pero en el punto final, al cerrar el libro, lloré.



(pincha para ampliar)
Ilustración de Loreto delgado

viernes, 11 de mayo de 2012

Las lentejas y el amor


 El año pasado, mi amiga Carmen quiso introducir un trocito de literatura entre los fogones y convocó un concurso de microrrelatos en su grupo de cocina en Facebook. Nos puso dos reglas: un máximo de 150 palabras y la frase obligatoria de inicio Ya te he dicho que odio las lentejas.

En el mío había amor del bueno y se lo dedico a ella, a Andrés y a Claudia, que ya ha nacido y será, seguro, buena cocinera y buena lectora. En el de Carmen había amor del malo, de ese que se llama amor, pero en realidad no lo es.  


CLAUDIA Y LAS LENTEJAS

Ya te he dicho que odio las lentejas y a él le gustan…

—Mira, Claudia, Willy ya tiene su comida. Las lentejas son para ti, tienes que comerlas para crecer fuerte y sana.

—Papá, son asquerosas, además lo de que son ricas en hierro es un mito. ¡Yo quiero macarrones con chorizo! ¡Maaaaaamááááá!

Andrés miraba desesperado el plato de lentejas cuando notó que algo le presionaba el hombro.

—¡Andrés! No me dejas dormir ¿Qué te pasa? No paras de dar vueltas.

Él miró a su alrededor y, al instalarse de nuevo en la realidad, sintió cómo se relajaba cada músculo de su cuerpo.

—Sólo era un sueño— dijo mientras se acomodaba entre las sábanas. Entonces apoyó suavemente su mano en la barriga más que prominente de Carmen y, acompasando su respiración con la de ella, se dejó llevar otra vez por el sueño.
Nieves T.
Dibujo de Alberto Micó Torres


Ya te dije que odio las lentejas”, y dando un portazo se fue con su cerveza a ver el partido. No, a ella no, no te lo voy a permitir, pensé mientras la miraba intentando disimular el terror escalofriante que acaba de recorrer todo mi cuerpo. Habían sido demasiadas noches de llanto y urgencias, demasiados días de silencio y rutina desesperante, infinitos momentos de perdón y olvido. No había recorrido aquel largo camino hacia la tranquilidad que nos merecíamos para que de una bofetada le arrebataran la sonrisa a lo único bueno que él me había dado. Ella se acordaba perfectamente de aquella expresión en mi rostro, y con una sonrisa inocente y dulce intentó tranquilizarme: “no te preocupes, mami, sólo está nervioso por la boda”.
Carmen Menéndez


Dibujo de Sara Micó Torres




martes, 8 de mayo de 2012

Ausencia


Como tantas veces había hecho de niño para conjurar el miedo a la oscuridad, por un instante, se cubrió la cabeza con la sábana. El llanto de la niña lo transportó a aquellas noches en que el mundo seguro se reducía a ese espacio mínimo entre el colchón y la sábana, hasta que el amanecer empujaba a los monstruos de vuelta al abismo. Entonces, lo único que le devolvía la calma era la voz de su madre y su mano tibia revolviéndole el pelo. 

Buscó a tientas las zapatillas y fue en busca de la pequeña para intentar derrotar, juntos y abrazados, al monstruo de la ausencia.

(pincha para ampliar)
Ilustración de Marga Alonso de la Torre

lunes, 7 de mayo de 2012

Detrás del silencio


Quizás se haya ido la vecina de arriba. Hace dos noches que no se oye nada: ni un golpe, ni un grito, ni un llanto; sólo silencio.
Ahora, por fin, dormiremos sin que el dolor ajeno perturbe nuestros sueños. De día ya sólo lo oímos a él y sus ruidos domésticos: el sonido del grifo, el agua llenando el caldero una y otra vez y ese trajín de abrir y cerrar puertas y cajones. De noche, sólo silencio.


(pincha para ampliar)
Ilustración de Marga Alonso de la Torre